miércoles, 29 de diciembre de 2010

Resoluciones para Año Nuevo

Resoluciones para Año Nuevo
por Angélica Pérez

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:2 (Versión RV 1960)

Cada fin de año, o en ocasiones en el comienzo, la gente suele sentarse y hacer una lista. Le llaman resoluciones de año nuevo, sus nuevas metas, cambios. Frecuentemente suelen ser las mismas. Una lista común es: 

·         Bajar de peso
·         Hacer más ejercicio
·         Arreglar ‘x’ o ‘y’ parte de mi cuerpo, casa o cuarto
·         Comprar ‘x’ o ‘y’ cosa
·         Ahorrar más dinero 

Realmente, cuando comienza el  año nuestra meta principal y más importante debería ser mejorar nuestras relaciones con Dios. Estar cada día más cerca de Él, convertirnos no en el cristiano ideal, o quizás el que la gente espera, sino en el cristiano que Dios busca en ti. Con cada cual, la relación y los propósitos de Dios son diferentes.   “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.” (Salmos 32:8)  Dejarnos llevar por su guía es de mucha importancia para conocer los caminos que El nos ha trazado.

En Romanos 12:2 (en la versión Biblia Lenguaje Actual) nos dice: “Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.”  

Otras versiones dicen “sino renovaos…” ¡Es lo mismo! Renovar, cambiar, una resolución es un punto de cambio, de renovación. Cuando preparamos las resoluciones, renovamos objetivos, metas y cambiamos direcciones en muchos aspectos de nuestras vidas. Renovar es mejorar y, mejorar las cosas nunca viene mal.
Renovar nuestra manera de ser el año pasado fuimos de una u otra forma, en ocasiones excelentes cristianos y seres humanos y en otras no lo fuimos. En este año resolvamos ser personas diferentes, ser mejores y renovar nuestro ser. 

Parte de renovar nuestro ser es renovar nuestro corazón, limpiarlo de esos sentimientos que nos han ido dañando. Remendar y limpiar el corazón es como cuando barremos una casa, le sacamos el polvo y todo lo que esta demás. Quizás tengas que perdonar, o pedir perdón, olvidar alguna mala memoria o simplemente necesites paz en tu alma. Dios te la puede dar, te la QUIERE dar. Levántate dispuesto a renovar tu ser, tu corazón.  

Renovar tu manera de pensar: nuestro entendimiento es muy finito comparado con el entendimiento de Dios, es diferente. El ve más allá de lo que nosotros podamos ver. Sus pensamientos, no  son los nuestros, pero sus pensamientos siempre guardan paz, bendiciones y nuevos propósitos para sus hijos. Renovemos nuestro pensar para mantener nuestras mentes abiertas a los propósitos de Dios y ocupadas en SU obra. 

No es que te zarpes de la cama dispuesto a abrir tus pensamientos para cuanta idea o lógica se te presente. Es que te mantengas atento, abierto y dispuesto a recibir los pensamientos que Dios quiere poner en tu mente y que te quiere revelar.

Este año, como todos los que han pasado, y los que están por pasar, promete bendiciones y retos, pruebas y batallas pero también victorias y paz. En orden de poder alcanzarlo todo, por medio de la gracia de Cristo, tenemos que renovarnos, cambiar, a este siglo. 

Dios es el mismo, ayer, hoy y siempre, pero nosotros cambiamos constantemente, a veces para mal, otras para bien. Que este año, una de tus prioridades, de tus resoluciones, sea renovar tu corazón, tu espíritu, tu relación con Dios, tu ser y tu pensar. Caminemos juntos en pos de renovarnos, siempre victoriosos por la misericordia de Dios. Nunca es demasiado tarde para cambiar.

sábado, 25 de diciembre de 2010

La Verdad sobre Papa Noel




Todos en algún momento de nuestra infancia creímos que Papa Noel existía, mucho más que nos traería asombrosos regalos si nos portábamos bien durante todo el año. Se supone que el baja por la chimenea (aunque mi casa nunca tuvo una) y deja los regalos debajo del árbol, a las doce de la madrugada de noche buena.

Más que recordar o saber que es un viejito que trabaja todo el año en juguetes para niños, en el polo norte. Debemos de conocer que la vida del Obispo Nicolás de Myra, su verdadero nombre, es digna de recordar por su bondad y el inmenso amor de Cristo, mostrado en sus actos.

Nicolás nació en lo que antes era Grecia, hoy conocido como la costa sur este de Turquía. Sus padres, personas muy adineradas, eran muy devotos de Dios y las escrituras. Siempre llevaban a Nicolás a los servicios religiosos.

A los jóvenes cristianos de esa época se les enseñaba La Didaché, una antigua guía de principios para tener una vida recta, que invitaba a los cristianos a aceptar gustosa y plenamente los dos grandes mandamientos: amar a Dios con todo el corazón, y amar al prójimo como a sí mismo.

Y, parte de aquí la gran devoción que tenia Nicolás por seguir el ejemplo de Jesús al ayudar a los más necesitados. El gastaba cada centavo que tenía en ayudar a los pobres y necesitados. Incluso cuando sus padres murieron el gasto toda su herencia en su misión de ayudar al prójimo. Compartía con otros lo que por la gracia de Dios había recibido.

Lo que más debemos recalcar sobre su vida es que fue un hombre de Dios, dispuesto a dejar todo lo que tenia para ayudar a los demás. Esa es la enseñanza que debemos compartir sobre Nicolás de Myra o Papa Noel con los demás. No que es un anciano engordado que come galletas y trae juguetes a los que se portan bien. 

 
Sin olvidarnos siempre que Jesús es el centro de la Navidad, el verdadero propósito por el cual existe esta fecha y su verdadero origen. Todo nació esa bella noche en Belén, cuando su estrella ilumino el cielo.

Es una pena que hoy el marketing lo ha tomado como un símbolo plenamente comercial, y eso es en lo que muchos están creyendo que Navidad es simplemente para comprar y consumir, para recibir y no para dar. La Navidad no es comprar hasta el cansancio, es compartir, amar, gozar y alumbrar con el amor de Cristo los corazones de los demás.


Si quieres conocer un poco más acerca de Nicolás de Myra, aquí te proveo el link: http://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_de_Bari 

lunes, 20 de diciembre de 2010

EnciendeTu Luz

  
Enciende tu Luz
 por Angélica Pérez Ortiz

 “¿Donde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle.”  Mateo 2:2

Cuando Jesús nació, una estrella como ninguna otra iluminó el cielo. La palabra nos comenta sobre tres magos del oriente que cuando divisaron la estrella en el cielo inmediatamente lograron identificarle con la profecía del salvador del mundo. Entonces, emprendieron su travesía desde sus hogares, hasta Belén en busca del niño Dios que había encendido una luz en el cielo de Jerusalén.

“¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” Preguntaban los magos del oriente ansiosos por una respuesta. La luz que brillaba era tan y tan especial que no cabía duda alguna; ¡Esa era la estrella de Jesús!

“Vosotros sois la luz del mundo…” (Mateo 5:14) Si, somos la luz del mundo. Cuando Jesús nació, su luz visito esta Tierra que por mucho tiempo había sido reinada bajo tinieblas. Jesús comenzó a esparcir su luz y alumbrar todo corazón dispuesto a ser restaurado con su amor y perdón. Preparó a sus discípulos para que fueran esa luz cuando El partiera a reunirse con el Padre.

Eso se ha convertido en una cadena, una hermosa cadena de amor, restauración y luz que lucha para alumbrar este mundo lleno de maldad. Cuando aceptamos a Jesús, cuando aceptamos su llamado en nuestros corazones, nos comprometemos a ser una luz.

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 5:16

Estamos llamados a encender la luz de Jesús en nuestros corazones y alumbrar el camino que dirige a las ovejas perdidas hacia la redención en Cristo. ¡Que nuestra luz alumbre tan fuerte como la del niño Emanuel! Su luz permitió a los magos encontrar el camino para alabarle y reconocerle como Rey.

Nos ha otorgado esa misma luz, para que alumbremos el camino a los perdidos. No la escondas, no la apagues en tu corazón. Para esparcir esa luz debemos estar llenos de amor y muchos deseos de alumbrar, no mires si la persona merece ser alumbrada o no o si están aprovechando la luz que les ofreces o no. Busca que tu corazón este fijo en alumbrar y en inspirar amor, paz y esperanza en la vida de los demás. Esa es tu meta, la meta propuesta por Dios; ¡Enciende tu luz!

jueves, 25 de noviembre de 2010

Inmensamente Agradecida


Inmensamente Agradecida
por Angélica Pérez

Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.
Salmo 103: 1-5

No vivo en la mejor de las casas, la mayoría de sus paredes necesitan arreglo y sus cuartos un “extreme make-over”. Tengo solo un auto y dentro de poco es probable que tenga que comprar uno nuevo (Ja! ¿Con que dinero?). Son tantas cosas. Hay noches donde pienso que son la última, que la mañana siguiente mi familia se topará con la sorpresa de un cuerpo frío y unos ojos perdidos en el techo de mi habitación. Si pudiera, hace mucho habría dicho las mentiras adecuadas y actuado de la manera correcta para ser mantenida por el gobierno, no estaría pasando por ninguna de las necesidades que vivo.

Hay veces que siento en mí el deseo de acongojarme, de acuclillarme y comenzar a gemir en mi interior ‘Oh que vida tan dolorosa es la mía, ¿porque me ha tocado vivir así, que hecho yo para merecerla?’

La verdad es que he sido ignorante cuando pienso así, más bien, ‘¿Que he hecho para merecer un techo, porque tengo una madre amorosa y protectora cuando en ocasiones le fallo, como es que tengo este llamado siendo una vil pecadora?’

Cuando tengo deseos de quejarme, de dejarlo todo a un lado y simplemente aceptar esa cómoda posición de víctima, para la cual parezco tener todas las cualidades, siento en mí una fortaleza que me levanta y me hace ver la verdadera realidad. Me deja saber que soy AFORTUNADA, ¿Por qué?

Conozco la verdad, Cristo es mi salvador y me ha limpiado de todo pecado, vivo bajo su redención y en la última hora veré su luz, recibiré la bella corona de la vida. ¿Cuántos en este mundo están lejos de esta verdad, a cuantos habré yo de contarle acerca de esto a través de mi llamado? ¿Cómo lo haré acongojada en una esquina?

¡He sido sanada por su toque! En mi corazón ha habido espacio para raíces de amargura, pecados e iniquidades, que sólo Dios ha podido quitar. Mientras tanto hay miles de corazones vagando por ahí sin saber que existe alguien que los puede sanar, sin querer ser tocados por ese toque especial. ¿Cómo puedo yo acongojarme, si El ha sanado mi ser de toda dolencia?

Me levanto todos los días por que El así lo permite, me cuida  y  me protege de sombra de muerte y del hoyo de la vida, del agujero oscuro. ¿Por qué habré de acongojarme, si El me ha librado de la misma muerte?

Su gracia y su misericordia cubren mi vida, mi familia, mi casa. ¡Oh sin yo pedirlo a Él le ha parecido protegerme con entrañable amor! Aún cuando continuamente mi corazón y mi ser le fallan a Él le place protegerme de todo. ¿Qué razón tengo yo, para desvanecer, si El guarda todos mis pasos?

Sus bienes y sus frutos de paz llenan mi alma, rejuvenecen mi espíritu, son estos los que en momentos en los que creo desfallecer me levantan. Cuando ya me quiero rendir están sembrados dentro de mi ser y son los que me fortalecen para levantar mi vuelo en medio de vientos recios y tempestades. ¿Si Él es quien me fortalece porque tengo yo que desplomarme, sabiendo que llegaran fuerzas nuevas?

Cuando veo todo lo que El hace y hará, lo que ha hecho y que ha prometido hacer, me doy cuenta de lo grande que es su amor, lo bello que es conmigo y lo misericordioso que se muestra delante de mí. Entonces reconozco que en lugar de lamentarme, solo puedo dar gracias, en vez de preguntarme porque, debo preguntarme como. ¿Cómo podría yo pagarle tanto amor? La respuesta siempre llega, siempre es, con un corazón humilde y AGRADECIDO, un corazón contrito y humillado, un corazón de sierva.

Lo que tengo es gracias a Él, gracias a su bondad, su amor, su misericordia, su paz. Por esto, antes de dar gracias por lo que ha hecho conmigo, le doy gracias por quien es, por ser como es, por ser El UNICO, El TODOPODEROSO, El REY DE MI VIDA. Si no fuera por como EL ES, no podría dar gracias por lo que EL HACE.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Dad Siempre Gracias




 Dad Siempre Gracias
por Angélica Pérez Ortiz


Hemos llegado a esa temporada del año donde todos recordamos una palabra que guarda una de la mas lindas expresiones de aprecio que una persona puede dar, agradecimiento, y esa palabra es GRACIAS. Este año como todos los que le sigan, en el cuarto jueves del mes de noviembre se espera que las familias se reúnan en sus hogares, asen un inocente pavo, preparen distintos tipos y estilos de comida y disfruten de un manjar familiar dando antes que nada, GRACIAS A DIOS POR TODO.
Esta tradición es una preciosa actividad, promueve la unión familiar, el agradecer, la cooperación entre unos y otros para lograr una cena espléndida, inclusive se honra al Señor a través de ella ya que se le agradece en todo momento por todo. Sin embargo, tiene un pequeño defecto, se celebra solo UNA VEZ AL AÑO. ¿¡Cómo puede ser posible que recordemos dar gracias en una sola ocasión!?

La realidad es que no muchos lo hacemos con la mala intención de solo separar un día para este acto tan hermoso, pero otra realidad es que son muchas las ocasiones en las que se nos escapa dar gracias en TODO momento. (Den gracias a Dios en cualquier circunstancia. Esto es lo que Dios espera de ustedes como cristianos que son. 1Tesalonicenses 5:18)

Me imagino la amplia sonrisa que logramos dibujar en el rostro de Dios cuando comenzamos una oración dándole gracias antes que TODO. Cuando comenzamos un nuevo día que quizás se vea cargado desde un principio, dando gracias antes que nada por la bendición de estar de pies. Seguramente su alma reboza de gozo cuando ve a sus pequeñitos y pequeñitas dando gracias por TODO lo que hace y lo que hará.

Todo lo que hagan o digan, háganlo como verdaderos seguidores del Señor Jesucristo, y denle gracias a Dios el Padre por lo que Cristo ha hecho por ustedes. Colosenses 3:17

Son tantas las cosas que tomamos por hechas que se nos olvida que la últimas dos células que se acaban de dividir para continuar la reproducción y crecimiento de nuestro cuerpo lo han hecho porque a EL le ha placido. Se nos escapa de la mente que cuando abrimos nuestros ojos fue que en medio de su misericordia le plació regalarnos un día más junto a los que amamos.

Daniel, al igual que muchos otros siervos de Dios, se arrodillaba TRES veces al día a orar y en las tres ocasiones tenía algo nuevo por lo que dar gracias, en las tres ocasiones DABA gracias a Dios. (Daniel 6:10) Son tantas las cosas… ¡no hay porque esperar al cuarto jueves de un mes en especifico!

A ver, te reto, no, te exhorto, te animo e invito a que desde hoy, siempre tengas al menos una cosa por la cual agradecer al Dios de los cielos. Cada vez que te separes para orar, cuando te levantes, cuando comas, tomate el lujo y la bendición de dibujar una amplia sonrisa en el rostro de tu Padre Celestial dándole gracias.

No solo con ‘te amo’ y ‘te quiero’ se demuestra el afecto y el amor. Las acciones cuentan en gran manera, en ocasiones, hablan más que las palabras. Las actitudes también reflejan la verdad de nuestros sentimientos, por lo tanto una actitud AGRADECIDA refleja la verdad de nuestros corazones, de nuestro amor, de nuestra gratitud. Una que no se limita a días ni ocasiones, una que da gracias en todo momento, así como ama en todo momento. ¡Anímate a dar gracias por todo, hoy, ahora y siempre!

¿No sabes por qué dar gracias? Qué te parece darle gracias por…un nuevo amanecer, tu trabajo, tu familia, tus capacidades motoras, tu vida, la bendición de poderle hablar directamente, su amor, su sacrificio, su misericordia... ¡La lista continua y podríamos hacer un libro!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Escuchemos La Voz de Dios



        Escuchar La Voz De Dios
por Angélica Pérez

“Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios...” Deuteronomio 28 1-4

Preparando una dinámica decidí  agrupar varias sillas en desorden enfrente del salón de clases, luego pedí un voluntario. La idea era que esta persona cerrara sus ojos y escuchara unicamente mi voz siguiendo cada una de mis direcciones en plena confianza. Antes de preguntar por voluntarios, hablé con una amiga para que mientras yo le hablara al voluntario ella le diera direcciones incorrectas y tratara de distraerlo. 

Una vez comienza la dinámica permití que el joven voluntario chocara con una silla, de repente, su expresión facial decía: “¿Me dijiste que confiara y ahora me dejas chocar contra una silla?” Pero eso era necesario para las siguientes directrices. Le ordené que moviera la silla a su izquierda, así lo hizo sucesivamente hasta que pedí que parara y abriera sus ojos. Para su sorpresa se encontraba frente a un amigo quien le regaló una alegre sonrisa junto a los demás compañeros. El joven expresó la incertidumbre y la desconfianza que sintió al seguir mis direcciones luego del primer accidente con la silla. 

¿Lo pueden ver? En la dinámica mi voz representaba la voz de Dios, y la de mi compañera era la voz distractora, la voz del enemigo. El joven voluntario puede ser cualquiera de nosotros y todas las sillas que tuvo que mover, arrastrar y levantar representan los obstáculos de nuestra vida diaria. Dios nos afirma en su palabra que al escuchar su voz tendremos la dirección necesaria para seguir, recibiremos bendición en abundancia y seremos plenos en TODO. También nos afirma, que para aquellos que le aman, todo les viene para bien…aun cuando esto se vea malo o doloroso.

Sin embargo, a medida que vayamos escuchando la hermosa voz de Dios, el permitirá que tropecemos con una que otra silla o pupitre. ¿Por qué? No es que Dios sea un cruel maestro que quiere vernos sufrir en medio de nuestro crecimiento y aprendizaje. 

Es precisamente porque nos ama en sobremanera, que nos permite tropezar en ciertas ocasiones, para que seamos capaces de crecer y aprender de las caídas. El no es quien crea los tropezones, pero si quien los permite para aprovechar el crecimiento que estos puedan traer. 

Muchas veces he oído decir que nada fácil dura, sin embargo lo que se adquiere con dificultad perdura. Podremos sentir dolores de crecimiento, tropezones fuertes con sillas de madera o quizás cemento, pero luego de cada tropezon recibiremos una enorme enseñanza, una bendición que permanecerá para siempre. 

El enemigo, no sabe cuál es el camino que Dios tiene trazado para ti, mucho menos conoce sus planes. Lo que él sí sabe, es que Dios tiene un propósito único en tu vida, que te tiene separada una bendición hermosa al final de la meta. El conoce nuestras debilidades. Así como Dios quiere desarrollar en nosotros la capacidad confiar en Él. Este enemigo desea distraernos, fomentar la inseguridad en nosotros y tapar nuestros oídos a la voz de Dios. 

Esta noche, día, tarde, mañana propongámonos a oír únicamente la voz de Dios, no demos espacio para la voz de los hombres, no dejemos tiempo ni prestemos nuestros oídos para la voz del enemigo, descartemos del canal auditivo toda voz y pensamiento que no venga de parte de Dios. Escuchemos su voz y dirijamos nuestros pasos de acuerdo a las direcciones que nos sean dadas…lluvia de bendiciones descenderá en nuestras vidas y la sombra de Dios y su protección morará con nosotros por todos los días.

miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Creo en Él o le Creo a Él?



Proverbios 3: 5-6 “Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes. Toma en cuenta a Dios en todas tus acciones,  y él te ayudará en todo.”

Creer: Tener confianza en una persona. Tener por cierto, aceptar algo como verdad.

Creer en Dios y creerle a Dios…hay una pequeña diferencia entre la una y la otra. Creer en Dios es creer en su existencia, en que existe un ser sobrenatural y todopoderoso. Creerle  A Dios, es tener esa plena confianza en Él, la certeza de poder contar con Él para lo que sea necesario.  Es como las definiciones mismas de creer, una cosa es dar algo por cierto y otra muy diferente es confiar en algo o alguien. 

Muchos decimos “Si yo creo en Dios” pensando que estamos afirmando el hecho de que nuestra fe esta cimentada en nuestro Dios. Otros decimos: “Yo le creo a Dios” con los mismos pensamientos. Sin embargo, en ocasiones cuando decimos “Yo le creo a Dios…” no tenemos el corazón en nuestras palabras. Me explico, decimos que le creemos a Él pero cuando viene la oportunidad para demostrar esa plena confianza vemos que esa confianza no existe enteramente dentro de nosotros. Por naturaleza tendemos a alterarnos y asustarnos cuando momentos donde debemos confiar llegan a nuestras vidas. Cuando viene la duda y el temor a irrumpir nuestra paz comenzamos a darle cabida a la duda en nuestras vidas.

En lugar de creer en la eternas promesas de Dios para nuestras vidas, creemos en lo que vemos y muchas veces, lo que vemos nos causa dolor y desesperación. Entonces en momentos como este es cuando Dios se pregunta en versos como Isaías 46: 5 “¿A quién me asemejaréis, me igualaréis o me compararéis para que seamos semejantes?” La sola idea de vernos dudar duele al corazón de Dios. Su mirada, su corazón y espíritu siempre están enfocados en el cuidado de sus pequeños, en protegernos y guiarnos por sus caminos y sendas de amor, donde estamos destinados a crecer en espíritu y carácter. Esto nos lo confirma en su palabra… 

Jeremías 29: 11 “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros"--declara el Señor--"planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza.”

Romanos 8:28 “Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que le aman…”

Jehová nos da una palabra y nosotros gozosos la recibimos y nos regocijamos porque Él ha decidido hablar a nuestras vidas. Lo que sucede es que cuando comenzamos a pasar por procesos dolorosos y de temor dejamos de creer en esa palabra y muchas veces en su existencia. Sin embargo, el creerle a Él nos hará crecer para recibir a plenitud del cumplimiento de su palabra en nuestras vidas. 

Isaías 43: 1-3 “Mas ahora, así dice el Señor tu Creador, oh Jacob, y el que te formó, oh Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará. Porque yo soy el Señor tu Dios…”

miércoles, 23 de junio de 2010

Mi Vida Junto a Ti




Mi Vida Junto a Ti
por Angélica Pérez Ortiz

Al despertar puedo ver,
las obras de arte que puedes hacer,
un bello sol, cielo sin igual, otro amanecer,
entonces tu existencia debo reconocer.

Al sentir el soplo de vida en mí,
nuevas fuerzas puedo sentir,
no puedo evitar
contar lo mucho que te he de amar.

Mi vida, repleta está de bendiciones,
día a día me usas para tocar corazones.
¿Dónde estaría si no fuera por tu sacrificio?
Gracias por tu amado hijo.

Llega el lento atardecer,
entonces vuelvo a recordar,
que un nuevo día,
tú has de crear.

Mi vida junto a ti es un bello regalo,
una bendición que promete una eternidad
llena de paz, amor, plenitud y libertad.
Junto a ti, todo es un sueño hecho realidad.


La Cáscara de Guineo

La Cáscara de Guineo
por Angélica Pérez Ortiz 

Era un día lleno de victoria para la joven que iba ganando esta pequeña carrera, estaba airosa, llena de felicidad mezclada con adrenalina. Era la primera de muchos en la recta final. De lejos podía sentir la victoria y ver esa singular franja roja que le dejaba saber que estaba llegando a la meta. Pero para su desgracia uno de los competidores más fuertes dejó caer una cáscara de guineo al suelo justo al frente de ella.

 El resbalón fue doloroso y el sentir como esa estampida humana pasaba alrededor de ella sin divisar la situación era completamente frustrante. Lejos de su primer lugar, olvidada a tan solo metros de su meta, llena de dolor y frustración y con una rodilla lastimada esta chica no supo más que llorar. El equipo de primeros auxilios le ayudó a levantarse, le curaron de sus heridas, le revisaron su rodilla y el coordinador decidió otorgarle la medalla de superación. 

La joven estaba muy triste pero no renunció a su sueño de ganar el primer lugar se recuperó e inmediatamente volvió a tomar su ritmo deportivo lista para la próxima carrera. En nuestra vida espiritual solemos caer en tentaciones, estamos constantemente siendo atacados por este competidor fuerte que es nuestro enemigo, es seguro que tiene un bolso lleno de cáscaras de guineo para que resbales. 

Si caemos en pecado o tentaciones no debemos renunciar o pensar que hemos perdido la hermosa relación que teníamos con Dios. Estos son pensamientos totalmente erróneos y que deben ser desechados. Debemos en cambio arrepentirnos y desechar el pecado de nuestras vidas, alejarnos de lo malo y buscar hacer lo bueno. Volver a tomar nuestro ritmo espiritual y prepararnos para la próxima carrera.

Si la joven se hubiese quedado tirada en el suelo, llorando y gimiendo no hubiese a resuelto nada. Sus heridas se infectarían y su rodilla seguramente se debilitaría más. Eso le hubiese costado más tiempo de recuperación y por ende más práctica para volver a empezar de nuevo en vez de continuar donde se había quedado. La diferencia es que tomó la mano del quien le ayudaba se levantó con nuevas fuerzas y dispuesta a romper barreras. 

Cuando tu competidor fuerte te tire la cáscara de guineo que te hace resbalar solo recuerda que si no te levantas la herida se infectará y tus fuerzas de esfumarán. Levántate si te has caído, afronta tu dolor recupérate con Jesucristo y continúa tu camino hacia el lugar más preciado que es nuestra meta en Cristo. Él te estará esperando con tu corona en sus brazos, él conoce tu corazón, tus esfuerzos y deseos de servir. Recuerda que el está caminando a tu lado. Esa es la mano amiga que te levanta después de la caída.

Filipenses 3: 13-14

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo queda atrás, y extendiéndome a lo que esta delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

domingo, 20 de junio de 2010

Expresa Tu Fe


Expresa tu Fe
por Angelica Perez

Hace un año leí un libro que me parecía muy interesante al principio pero que luego cambio mi perspectiva de la vida cristiana por completo. Se llama “Locos por Jesús”, relata historias de fervientes seguidores de Cristo que terminaron como mártires por su fe.

En las historias y relatos que he leído, las personas que viven estas experiencias las aprovechan para hablar de la salvación a sus verdugos, compañeros de celdas, perseguidores y a veces a sus propias familias que le dan la espalda. Ahora... ¿podría uno de nosotros decirle “Dios te ama y yo también” a un enmascarado que te azota y golpea hasta que quedas inconsciente?

Verdaderamente aquellos que vivimos en países con libertad de expresión somos abundantemente bendecidos. A veces, nos cohibimos de nuestra fe ante nuestros familiares, compañeros de trabajo y amistades. Tal vez sí, experimentamos un poco de persecución, pues muchos rechazan nuestra Fe Cristiana, y hasta repudian al los cristianos ¿pero qué hacemos nosotros? Muchas veces silenciamos la voz de Dios dentro de nosotros por no enfrentar una barrera que es mucho más débil que la que otros hermanos enfrentan en otros países.

Hoy te invito a expresar tu fe, no niegues a Dios, no hay persona o cosa en el mundo que valga lo suficiente como para negar a tu Rey.  ¿Qué vas a hacer con la palabra de salvación dentro de ti, guardarla o esparcirla como Dios te pide que lo hagas?

Recordemos que Dios ha llenado nuestros corazones de amor y que hemos sido llamados a traer paz, no siempre tendremos que hablar para demostrar estas verdades en nuestras vidas. Lo importante es dejarle saber a quienes nos rodean quién es la verdadera luz de este mundo.

Echa Tu Pan en las Aguas

Echa tu Pan a las Aguas
por Angelica Perez 
Eclesiastés 11: 1-2
“Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aún a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.”

Mayordomía, a veces la palabra cansa y a veces no reflexionamos en ella, a veces evadimos el tema de tantas veces que lo hemos oído y otras simplemente debemos reconocer que no la ponemos en práctica como se debe. Usualmente la asociamos a los diezmos y ofrendas, al tiempo dedicado a Dios y a la obra... pero más allá de ello, hay una mayordomía que posiblemente no hayas escuchado mucho.

“Echa tu pan sobre las aguas...” Que te parece si lo ves como si Dios te pidiera que usemos los talentos que él nos ha dado, que echemos nuestro "pan" en las aguas, que lo multipliquemos y perfeccionemos de manera tal que una vez nuestros talentos hayan llegado a su máximo esplendor (“después de muchos días lo hallarás...”) sean usados para bendecir, para impactar las vidas de otros y disfrutar de ellos con todo lo bueno que podamos hacer. (“Reparte a siete, y aun a ocho...”) 

Una característica del pan es que al caer al agua se esponja y se vuelve más grande y si te lo comes en ese estado te sentirás mas lleno al comértelo. El agua para nuestros talentos será la práctica y el aprender a usarlos para hacer el bien, al terminar no solo nos sentiremos más plenos sino también mas preparados para utilizarlos para lo mejor. 

Si utilizamos nuestros talentos para hacer bien seremos instrumentos de bendición, no solo para los demás sino para nosotros mismos. El propósito de tener un talento especial en una o más áreas no es para que lo guardemos y los escodamos sino para que logremos cosas grandes y maravillosas con ellos. Nunca permitas que nada ni nadie te impida desarrollar tus talentos al máximo y hacer el bien con ellos. ¡No hay talento que no valga la pena! Y esto es parte de nuestra buena mayordomía como cristianos y seres humanos, proteger y perfeccionar nuestros talentos.