lunes, 20 de diciembre de 2010

EnciendeTu Luz

  
Enciende tu Luz
 por Angélica Pérez Ortiz

 “¿Donde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle.”  Mateo 2:2

Cuando Jesús nació, una estrella como ninguna otra iluminó el cielo. La palabra nos comenta sobre tres magos del oriente que cuando divisaron la estrella en el cielo inmediatamente lograron identificarle con la profecía del salvador del mundo. Entonces, emprendieron su travesía desde sus hogares, hasta Belén en busca del niño Dios que había encendido una luz en el cielo de Jerusalén.

“¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” Preguntaban los magos del oriente ansiosos por una respuesta. La luz que brillaba era tan y tan especial que no cabía duda alguna; ¡Esa era la estrella de Jesús!

“Vosotros sois la luz del mundo…” (Mateo 5:14) Si, somos la luz del mundo. Cuando Jesús nació, su luz visito esta Tierra que por mucho tiempo había sido reinada bajo tinieblas. Jesús comenzó a esparcir su luz y alumbrar todo corazón dispuesto a ser restaurado con su amor y perdón. Preparó a sus discípulos para que fueran esa luz cuando El partiera a reunirse con el Padre.

Eso se ha convertido en una cadena, una hermosa cadena de amor, restauración y luz que lucha para alumbrar este mundo lleno de maldad. Cuando aceptamos a Jesús, cuando aceptamos su llamado en nuestros corazones, nos comprometemos a ser una luz.

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 5:16

Estamos llamados a encender la luz de Jesús en nuestros corazones y alumbrar el camino que dirige a las ovejas perdidas hacia la redención en Cristo. ¡Que nuestra luz alumbre tan fuerte como la del niño Emanuel! Su luz permitió a los magos encontrar el camino para alabarle y reconocerle como Rey.

Nos ha otorgado esa misma luz, para que alumbremos el camino a los perdidos. No la escondas, no la apagues en tu corazón. Para esparcir esa luz debemos estar llenos de amor y muchos deseos de alumbrar, no mires si la persona merece ser alumbrada o no o si están aprovechando la luz que les ofreces o no. Busca que tu corazón este fijo en alumbrar y en inspirar amor, paz y esperanza en la vida de los demás. Esa es tu meta, la meta propuesta por Dios; ¡Enciende tu luz!

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