Es
maravilloso tener una relación personal con Señor, adorar y exaltar su nombre;
es aún más maravillo levantarnos día a día y poder reconocer con alegría que en
el favor de Dios está que se cumpla un día más en nuestras vidas. Sin embargo,
nuestra relación con Dios toca aguas más profundas que las que muchas veces no
estamos dispuestos a caminar. Recuerdo que una vez una amistad mía me comentaba
lo siguiente,
“El problema
no es que tú seas cristiana, el problema
es lo que eso implica ante nuestros ojos.”
Este
comentario me lo dijo durante una conversación en la cual yo le preguntaba cuál
era la línea de pensamientos que se
formaba en una persona cuando uno mencionaba ser cristianos y ellos te trataban
con hostilidad. Su comentario me hizo recordar todas esas situaciones en las
cuales algunos cristianos no necesariamente actúan como siervos de Dios. Esto
me dejo pensando en que los siervos en Espíritu y Verdad del Reino de Dios
tenemos una gran responsabilidad en este mundo. Nosotros somos luz en este
mundo, en nuestros hogares, en nuestras iglesias, escuelas hasta en el trabajo.
¡Nosotros hemos sido enviados a guiar!
Esto no se
limita al servicio de los domingos o dar un buen ejemplo para los menores en
casa, esto se trata de llevar un ejemplo y una conducta acorde a un siervo de
Dios en todo momento. Jesús nos llamó la luz del MUNDO no la luz de nuestra
casa solamente. Además de Dios, la gente nos observa con detenimiento; ellos
buscan en nosotros señales que les demuestren a ellos que ser cristiano en
realidad puede afectar la vida de una persona de manera positiva. Para ser luz
en este mundo, para guiar a la gente a
la verdad tenemos que llevar continuidad en nuestro testimonio en todo momento.
Nosotros no
podemos decir que somos cristianos y llevar la vida de una persona que no sigue
ni los códigos más mínimos de moral y respeto humano. Llevar un testimonio continuo e intachable no
es fácil, somos humanos y en alguna forma u otra pecaremos pero lo más
importante es que Dios vea en nuestros corazones un arduo deseo por ser un
ejemplo genuino. Cuando somos siervos que buscamos agradar a Dios con nuestro
testimonio para así ser guías en este mundo la gente también lo nota. Las
personas a nuestro alrededor se percataran de nuestra humildad, de nuestra
capacidad de aceptar nuestros errores con honestidad, pedir perdón y más que
nada, verán cuán perseverantes somos por ser una persona mejor. Si los hijo de
Dios no cumplimos con este llamado, ¿Quién más lo hará?
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal
se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser
echada fuera y hollada por los hombres. –Mateo 5:13 (Versión Reina-Valera 1960)
Queda pues
en nuestras manos sazonar este mundo con sabor a Cristo. Si los cristianos no
nos dedicamos a cumplir con este cometido en nuestro diario vivir, seguirán existiendo
personas por ahí con el derecho de señalarnos como hipócritas ya que cualquiera
de nosotros que no trabaje activamente en ser luz no es más que piedra de
tropiezo. No permitamos que la luz con la cual Dios alumbro nuestros caminos
permanezca oculta, pongámosla en alto para que alumbre todo nuestro alrededor y
así como nosotros la seguimos otros la puedan seguir.
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