por: Angelica Perez Ortiz
"Cuentan de un sabio que un díatan pobre y mísero estaba,que sólo se sustentabade unas yerbas que comía.¿Habrá otro --entre sí decía--más pobre y triste que yo?Y cuando el rostro volvió,halló la respuesta, viendoque iba otro sabio cogiendolas hojas que él arrojó.Quejoso de la fortunayo en este mundo vivía,y cuando entre mí decía:¿Habrá otra persona algunade suerte más importuna?,piadoso me has respondido;pues volviendo en mi sentido,hallo que las penas mías,para hacerlas tú alegríaslas hubieras recogido."(Tomado de La Vida es Sueño-Primer Acto, Calderón de La Barca)
Si la historia fue escrita por el Calderón mismo, no es algo que sepa
con seguridad. La he leído en muchas ocasiones, diferentes versiones pero ese
simple mensaje que guardan las líneas de esos versos siempre es el mismo.
Estos versos intercalan dos dilemas de la vida que, suelen ser muy
difíciles: aceptar la vida que llevamos y agradecer no solo por las cosas
buenas sino las malas también.
La palabra de Dios dice que ‘todas las cosas que le acontecen a los que
aman a Dios son para su bien’ (Romanos 8:28). Este sencillo verso expone una realidad
del diario vivir pues todos sabemos por experiencia propia que después de cada
experiencia, buena o mala, el resultado es una persona con herramientas nuevas
para enfrentar lo que viene en el siguiente escalón de la vida.
A veces vivimos reclamándole a Dios por la vida que tenemos. ¿Qué es lo
que hemos hecho para
merecerla? Y hasta dudamos que existan personas con peores
destinos que el nuestro. Ahí es cuando entra el prójimo que vive regocijándose
con esas migajas que hemos dejado caer en el suelo. Entonces encaramos nuestro
diario vivir: no somos los únicos y siempre habrá alguien que vive en peores
condiciones.
Recuerdo que cuando pequeña solía dirigirme hacia la comida con disgusto,
mi madre me reprendía recordándome que en otras partes niños como yo pelearían por
tan solo un bocado de lo que yo desperdiciaba. Hoy en día cuando veo a otros
desperdiciar su comida me recuerdo de esos tiempos y veo lo malagradecida que
me mostraba y lo doloroso que es ver a alguien que no tiene idea de las
bendiciones que tiene en su vida. Es aún más doloroso cuando es un cristiano
quien actúa así.
Es importante que vivamos atentos a las bendiciones que recibimos, nunca
estaremos satisfechos con la vida que tengamos hasta que aprendamos a ser
agradecidos por ella. El ser humano siempre quiere más. Por el contrario, los
cristianos tenemos la bella oportunidad de agradecer lo que tenemos y ser
felices con las bendiciones que hemos recibido, solo así podremos aceptar más
en nuestras vidas y vivir aún más agradecidos, tengamos todo lo que queremos o
no.
Esto no nos convierte en conformistas, tenemos y debemos aspirar por mejores cosas en la vida
pero aprender estar agradecidos por las que logramos alcanzar.
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