Isaías 5:1-4
Así como este hombre hizo con esa viña hace Dios con nosotros. Él nos planta gentilmente en un terreno fresco y fértil, nos da los mejores tratos y nos mantiene en el mejor estado. Todo esto lo hace esperando que el fruto de nuestras obras sea uno puro y digno de todas las bendiciones y milagros que ha hecho en nuestra vida. Sin embargo nosotros le recibimos con frutos silvestres. La palabra de Dios dice que cada cuál recibe la palabra en sus corazones y da su fruto al treinta, sesenta y al ciento por uno. Algunos damos el 30% otros el 60% y otros el 100%, el Señor conoce nuestros corazones y nuestras fuerzas y él sabe cuál porciento es el que nosotros podemos dar y cuál es el que realmente damos.
Amados hermanos/as les exhorto a que procuremos dar nuestro fruto en la medida en que podemos darlo, aquellos que puedan dar el sesenta no den el treinta y los que puedan dar el cien no den el sesenta y aún más, los que puedan dar el treinta no se queden de brazos cruzados sin hacer obra alguna. Cuando esperamos algo con muchas ansias y recibimos lo contrario nos sentimos decepcionados y hasta engañados, imagínate la decepción y el dolor que Dios siente si cuando sabiendo que le puedes dar frutos puros le otorgas frutos silvestres. Dios te bendiga y recuerda poner todas tus fuerzas en la obra de Dios.
“Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?”
Así como este hombre hizo con esa viña hace Dios con nosotros. Él nos planta gentilmente en un terreno fresco y fértil, nos da los mejores tratos y nos mantiene en el mejor estado. Todo esto lo hace esperando que el fruto de nuestras obras sea uno puro y digno de todas las bendiciones y milagros que ha hecho en nuestra vida. Sin embargo nosotros le recibimos con frutos silvestres. La palabra de Dios dice que cada cuál recibe la palabra en sus corazones y da su fruto al treinta, sesenta y al ciento por uno. Algunos damos el 30% otros el 60% y otros el 100%, el Señor conoce nuestros corazones y nuestras fuerzas y él sabe cuál porciento es el que nosotros podemos dar y cuál es el que realmente damos.
Amados hermanos/as les exhorto a que procuremos dar nuestro fruto en la medida en que podemos darlo, aquellos que puedan dar el sesenta no den el treinta y los que puedan dar el cien no den el sesenta y aún más, los que puedan dar el treinta no se queden de brazos cruzados sin hacer obra alguna. Cuando esperamos algo con muchas ansias y recibimos lo contrario nos sentimos decepcionados y hasta engañados, imagínate la decepción y el dolor que Dios siente si cuando sabiendo que le puedes dar frutos puros le otorgas frutos silvestres. Dios te bendiga y recuerda poner todas tus fuerzas en la obra de Dios.
Por: Angélica Pérez
Fuente bíblica: http://www.biblia12.com/
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