
Así como este hombre hizo con esa viña hace Dios con nosotros. Él nos planta gentilmente en un terreno fresco y fértil, nos da los mejores tratos y nos mantiene en el mejor estado. Todo esto lo hace esperando que el fruto de nuestras obras sea uno puro y digno de todas las bendiciones y milagros que ha hecho en nuestra vida. Sin embargo nosotros le recibimos con frutos silvestres. La palabra de Dios dice que cada cuál recibe la palabra en sus corazones y da su fruto al treinta, sesenta y al ciento por uno. Algunos damos el 30% otros el 60% y otros el 100%, el Señor conoce nuestros corazones y nuestras fuerzas y él sabe cuál porciento es el que nosotros podemos dar y cuál es el que realmente damos.
Amados hermanos/as les exhorto a que procuremos dar nuestro fruto en la medida en que podemos darlo, aquellos que puedan dar el sesenta no den el treinta y los que puedan dar el cien no den el sesenta y aún más, los que puedan dar el treinta no se queden de brazos cruzados sin hacer obra alguna. Cuando esperamos algo con muchas ansias y recibimos lo contrario nos sentimos decepcionados y hasta engañados, imagínate la decepción y el dolor que Dios siente si cuando sabiendo que le puedes dar frutos puros le otorgas frutos silvestres. Dios te bendiga y recuerda poner todas tus fuerzas en la obra de Dios.