Escuchar La Voz De Dios
por Angélica Pérez
“Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios...” Deuteronomio 28 1-4
Preparando una dinámica decidí agrupar varias sillas en desorden enfrente del salón de clases, luego pedí un voluntario. La idea era que esta persona cerrara sus ojos y escuchara unicamente mi voz siguiendo cada una de mis direcciones en plena confianza. Antes de preguntar por voluntarios, hablé con una amiga para que mientras yo le hablara al voluntario ella le diera direcciones incorrectas y tratara de distraerlo.
Una vez comienza la dinámica permití que el joven voluntario chocara con una silla, de repente, su expresión facial decía: “¿Me dijiste que confiara y ahora me dejas chocar contra una silla?” Pero eso era necesario para las siguientes directrices. Le ordené que moviera la silla a su izquierda, así lo hizo sucesivamente hasta que pedí que parara y abriera sus ojos. Para su sorpresa se encontraba frente a un amigo quien le regaló una alegre sonrisa junto a los demás compañeros. El joven expresó la incertidumbre y la desconfianza que sintió al seguir mis direcciones luego del primer accidente con la silla.
¿Lo pueden ver? En la dinámica mi voz representaba la voz de Dios, y la de mi compañera era la voz distractora, la voz del enemigo. El joven voluntario puede ser cualquiera de nosotros y todas las sillas que tuvo que mover, arrastrar y levantar representan los obstáculos de nuestra vida diaria. Dios nos afirma en su palabra que al escuchar su voz tendremos la dirección necesaria para seguir, recibiremos bendición en abundancia y seremos plenos en TODO. También nos afirma, que para aquellos que le aman, todo les viene para bien…aun cuando esto se vea malo o doloroso.
Sin embargo, a medida que vayamos escuchando la hermosa voz de Dios, el permitirá que tropecemos con una que otra silla o pupitre. ¿Por qué? No es que Dios sea un cruel maestro que quiere vernos sufrir en medio de nuestro crecimiento y aprendizaje.
Es precisamente porque nos ama en sobremanera, que nos permite tropezar en ciertas ocasiones, para que seamos capaces de crecer y aprender de las caídas. El no es quien crea los tropezones, pero si quien los permite para aprovechar el crecimiento que estos puedan traer.
Muchas veces he oído decir que nada fácil dura, sin embargo lo que se adquiere con dificultad perdura. Podremos sentir dolores de crecimiento, tropezones fuertes con sillas de madera o quizás cemento, pero luego de cada tropezon recibiremos una enorme enseñanza, una bendición que permanecerá para siempre.
El enemigo, no sabe cuál es el camino que Dios tiene trazado para ti, mucho menos conoce sus planes. Lo que él sí sabe, es que Dios tiene un propósito único en tu vida, que te tiene separada una bendición hermosa al final de la meta. El conoce nuestras debilidades. Así como Dios quiere desarrollar en nosotros la capacidad confiar en Él. Este enemigo desea distraernos, fomentar la inseguridad en nosotros y tapar nuestros oídos a la voz de Dios.
Esta noche, día, tarde, mañana propongámonos a oír únicamente la voz de Dios, no demos espacio para la voz de los hombres, no dejemos tiempo ni prestemos nuestros oídos para la voz del enemigo, descartemos del canal auditivo toda voz y pensamiento que no venga de parte de Dios. Escuchemos su voz y dirijamos nuestros pasos de acuerdo a las direcciones que nos sean dadas…lluvia de bendiciones descenderá en nuestras vidas y la sombra de Dios y su protección morará con nosotros por todos los días.
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