miércoles, 24 de junio de 2009

LA CÁSCARA DE GUINEO

Era un día lleno de victoria para la joven que iba ganando esta pequeña carrera, estaba airosa, llena de felicidad mezclada con adrenalina por dentro. La primera de muchos, en la recta final... de lejos podía sentir el olor a victoria y ver esa singular franja roja que le dejaba saber que estaba llegando a la meta. Pero para su desgracia uno de los competidores más fuertes dejó caer una cáscara de guineo al suelo justo al frente de ella. El resbalón fue doloroso y el sentir como esa estampida humana pasaba alrededor de ella sin divisar la situación era completamente fustrante. Lejos de su primer lugar, olvidada a tan solo metros de su meta, llena de dolor y frustración y con una rodilla lastimada esta chica no supo mas que llorar. El equipo de primeros auxilios le ayudó a levantarse la curaron de sus heridas, le revisaron su rodilla y el coordinador decidió otorgarle la medalla de participación.

La joven estaba muy triste pero no renuncio a su sueño de ganar el primer lugar se recuperó e inmediatamente volvió a tomar su ritmo deportivo lista para la próxima carrera. En nuestra vida espiritual solemos caer en tentaciones, estamos constantemente siendo atacados por este competidor fuerte, que es nuestro enemigo, es seguro que tiene un bolso lleno de cáscaras de guineo para que resbales. Pero si caemos en pecado o tentaciones no debemos renunciar o pensar que hemos perdido la hermosa relación que teníamos con Dios. Estos son pensamientos totalmente erróneos y que deben ser desechados.

Si la joven se hubiese quedado tirada en el suelo, llorando y gimiendo no iba a resolver nada, sus heridas se infectarían y su rodilla seguramente se debilitaría mas. Eso le hubiese costado más tiempo de recuperación y por ende mas práctica para volver a empezar de nuevo en vez de continuar. La diferencia es que tomo la mano del quien le ayudaba se levantó con nuevas fuerzas y dispuesta a romper barreras. Cuando tu competidor fuerte te tire la cáscara de guineo que te hace resbalar solo recuerda que si no te levantas la herida se infectará y tus fuerzas de esfumarán. Levántate si te has caído, afronta tu dolor recupérate en Jesucristo nuestro Señor y continúa tu camino hacia el lugar mas preciado que nuestra meta en Cristo. Levántate y resplandece que tu luz a llegado y Cristo dió la vida por ti y por mí para que le honremos y pongamos su nombre en alto, sin importar cuantas veces nos hayamos resbalado... él te estará esperando con tu corona en sus brazos el conoce tu corazón y tus esfuerzos y deseos de servirte recuerda que el está caminando a tu lado. Esa es la mano amiga que te levanta después de la caída.
Por: Angélica Pérez

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